La Colombofilia en Boca Juniors
Hace casi 100 años, el fútbol iba camino a profesionalizarse, sino en lo económico, cuando menos en lo organizativo y en cuanto a la calidad de sus futbolistas, además de ser el tiempo en que los actualmente llamados “clubes grandes” se alzaron y comenzaron a ganar títulos, convirtiéndose en protagonistas de aquello que antaño los había tenido como partenaires.
Son los años en que comienza a jugarse en las Olimpíadas y se organizan torneos regionales. Claro, no había guantes en los arqueros, ni estadios de cemento, ni carteles electrónicos, ni tarjetas rojas o amarillas, ni siquiera había cambios de jugadores y casi no se sabía lo que era un “D.T.”. Pero el fervor, la pasión, el entusiasmo y la hinchada, ya eran parte del balompié, pero no era tan fácil seguir al club a todas partes, los clásicos de barrio se habían convertido en verdaderas incursiones como visitantes incluso en otras provincias. A veces los clubes lograban organizar trenes especiales para sus seguidores, y no había muchos caminos; era un verdadero lujo tener un transporte moderno.
Los hinchas debían con-tentarse con seguirlo con el corazón, porque los medios, como la prensa, salían al día siguiente; y la radio no llegó hasta 1920 (tardaría mucho más en hacerse masiva), y la telegrafía no estaba al alcance de todos. Ni hablar de la televisión, el cable o Internet… Y no fue sino hasta la década del ’30 en que aparecieron la revista Alumni con sus carteles y código para avisar al público sobre los resultados en simultáneo al momento de producidos.
Sin embargo, el ingenio criollo siempre daba frutos, porque ya se sabe que “la necesidad es madre de la invención”. Y la muchachada de Boca Juniors no era la excepción. A ellos también se les ocurrió una forma de mantenerse al tanto del resultado parcial y final de los partidos que el team jugaba fuera del barrio.
El Palomar de La Boca
Así fue que 1917 la Memoria y Balance del Club nos trajo el original sistema de comunicación de los Xeneizes, un palomar:
“CREACIÓN DE UN PALOMAR Debido a los buenos ofcios del consocio señor Manuel Brescia, se ha creado el palomar del Club, bajo la dirección y el cuidado de dicho señor y con palomas mensajeras gentilmente donadas por el mismo.Hacemos constar nuestro agradecimiento.”
Así es, la clásica y ya legendaria figura de la “Paloma Mensajera” existió en Boca Juniors, al servicio del azul y oro, que raudas y prestas cruzaban los cielos de Buenos Aires (ciudad y provincia) para llevar las nuevas del club que tenía en vilo el corazón de la muchachada. Muy encomiable la donación de Brescia, que fuera jugador y dirigente del club poco después de fundado el mismo. No sólo por el valor económico de las palomas, ya adiestradas, sino por la enorme inversión que con esmero y cariño realizó Brescia para cuidarlas, criarlas, adiestrarlas, mantenerlas y protegerlas. Y todo en nombre de Boca Juniors.
Pero no es ésa la única noticia que tenemos al respecto, porque en el Acta de la reunión de comisión del 2 de marzo de 1919 4 aparece:
“Donación: El Sr. Sana hace presente que el Sr. Juan Antonio Farenga ha hecho donación al club de dos palomas belgas. Resuélvese agradecer debidamente tal donación.”
Así sabemos que dos años después de creadas, el palomar seguía activo, y es grato confirmar una vez más que el fundador y primera capitán del club, Juan Antonio Farenga, siempre estaba listo para colaborar con el club en toda actividad u obra de la manera que fuera, como en este caso, obsequiando dos magníficos ejemplares. Dicho sea de paso, las palomas belgas son especialmente aptas para este tipo de tareas por su gran desempeño y velocidadad, es una raza especialmente desarrollada para la Colombofilia (es decir la cría y adiestramiento de palomas mensajeras).
Podemos imaginar entonces que el 18 de septiembre de 1918, cuando Boca venció por primera vez a River Plate en un encuentro oficial, jugado en Racing Club, en Avellaneda, tras el gol de Enrique Bricchetto seguramente habrán volado con suma rapidez las esforzadas mensajeras para llevar la noticia del tanto y poco más de media hora mas tarde la confirmación del triunfo consumado.
Finalmente no es azarosa la fecha de la donación puesto que para el comienzo de la temporada seguramente sería necesario renovar y reforzar el plantel de aves, por las bajas que constantemente se producían de las mismas, y como prueba de ello tenemos un pequeño libelo…
En el cumplimiento del deber
El día 3 de agosto de 1919 Boca Juniors fue a visitar a la Asociación Atlética Eureka por la Copa Competencia de ese año, que luego fuera anulada tras la escisión de los clubes de ese año (por lo que el campeonato fue muy corto y vio a Boca campeón por primera vez). El team salió a jugar con Américo Tesoriere, Roque Cortella, José Ortega, José Alfredo López, el italiano Mario Busso y Juan Bautista Mainardi; Pedro Miranda, el uruguayo Zoilo Canavery (o Canaveri), Alfredo Martín, Enrique Bricchetto y Pablo Valenzano.
Apenas habían pasado 7 minutos desde el comienzo cuando Alfredo Martín marcó el tanto de Boca y se produjo la algarabía visitante en la cancha en Carrasco 250 en Floresta. Es allí cuando entra a jugar el libelo del diario Las Noticias del 6 de agosto de 1919:
“Los de Boca habían llevado al field de Eureka,una cantidad de palomas mensajeras que se soltarían para que llevaran a La Boca la noticia del triunfo. Pero los muchachos de Eureka, las fueron cazando poco a poco cuando los “geneises” hicieron el primer goal, y se banquetearon de los lindo por la noche.”
Así es que las valientes y heroicas palomas prestaron el servicio a costa de su vida y sucumbieron a aquello de “todo bicho que camina –o toda ave que vuela– va a parar al asador”. A juzgar por la publicación, no han de haber sido pocas las que tuvieron tan triste final. Porque además, las instancias a notiicar fueron varias, hubo otros goles, y un par de penales, además del resultado final, lo que hace al menos 5 tandas de palomas enviadas. Sólo con pensar que hayan sido entre una y dos palomas por tanda, hacen entre 5 y 10 aves, cantidad nada despreciable, lo que puede implicar además la existencia de un número interesante de mensajeras en el club que seguramente estaría habituado a este tipo de prácticas depredantes.
La “maldición de las palomas”
No cabe duda que esa noche los de Eureka, club que no tenía ni un lustro de fundado, habrá celebrado largo y tendido por el partido y la picardía, porque a los 25 del primer tiempo empataron y a la mitad del segundo lo dieron vuelta de penal, encima de que faltando 5 minutos el arquero Díaz le contuvo un penal al boquense Alfredo Martín. Y si bien podemos conjeturar que además de las palomas habrán acompañado el festejo con bebidas espirituosas, no podemos saber si lo hicieron antes de jugar el partido, pues no es bueno festejar antes de tiempo, y la imprudencia puede afectar el buen juicio, puesto que si bien ganaron el encuentro en el campo de juego, luego perdieron los puntos por la mala inclusión de un jugador. Así lo informa La República del 13 de agosto de 1919
EPILOGO
no podemos dar fe de cuánto tiempo duró el “palomar” de Boca Juniors, pero si podemos teorizar que posiblemente no haya pasado la temporada de 1920. Una de las razones es la crisis interna dentro del seno de la Comisión Directiva que a FInes de 1919 estalló con la renuncia del presidente designado Emilio Meincke (que además había sido vicepresidente de la A. A. de Football) a la que siguió la de algunos socios que renunciaron a tal calidad o que dejaron de tomar parte en la actividades institucionales.
Ese fue el inicio de una crisis que se profundizó (en contrapartida al inicio de los éxitos deportivos del club) hasta dejar al club en 1921 con un presidente interino y luego con un grupo se socios forman-do una Comisión de Emergencia para no dejar acéfalo a Boca Juniors. De este modo fueron alejándose Santiago Sana, Miguel Elena e incluso Manuel Brescia.
Para hacerlo más complicado las desobediencias de los jugadores (especialmente los de inferiores) y las suspensiones fueron malquistando a los players, que en 1921 hizo que los de primera fueran en masa a Sportivo del Norte, actual C. A. Colegiales. No es de extrañar pues que en medio del caos, se desatendieran muchos aspectos de la institución, entre ellos el mentado “palomar”. Y para ello tenemos el texto de un acta del 22 de marzo de 1921 que dice:
“Correspondencia. Se Consideran las siguientes notas: (…)Considerada la carta enviada por la asociación Colombófila “La Paloma Viajera” en la que solicita la donación de un premio para los Concursos que organiza, se resuelve no hacer lugar, de acuerdo con la práctica ya establecida para los pedidos de esta naturaleza.”
Así pues se expresaba en un desinterés particular por la actividad justiicada por la analogía de una práctica de desinterés genérico. La mencionada asociación, tenía sede en el barrio, en la calle Súarez 679. A pesar de todo, algunos allegados seguían colaborando (lo que además nos muestra que pese a lo acontecido contra Eureka, el palomar seguía existiendo) como se puede leer en el acta del 5 de abril de 1920.
“Correspondencia. (…) Del Señor Félix Mafoli, quien dona para el Club dos palomas. Se agradece.”
Sin mucho entusiasmo y al pasar queda como una anécdota de la reunión el acontecimiento. Pero los colombóflos del barrio no se dan por vencidos en hacerse presentes, por lo que vemos en el acta del 20 de mayo de ese mismo 1920:
“Asuntos Tratados (…)De la Sociedad Colombófila Unión Boquense, quien solicita de esta institución autorización para una suelta de palomas el día 25 de Mayo cte. año, durante el partido que el primer cuadro de este club sostendrá con el de igual categoría de Nacional de Montevideo. Se acuerda solicitar de dicha sociedad nómina de las personas que concurrirán para tal efecto y la cantidad de palomas a soltar.”
La referencia pertenece al encuentro por el que Boca obtuvo la Tie Cup Competition contra Nacional de Montevideo, el primer título internacional rioplatense, cuya obtención seguro fue informada a los hinchas por palomas mensajeras.
La Sociedad Unión Boquense congregaba varios colombófilos del barrio, algunos de ellos socios de Boca Juniors, como se puede apreciar en 1922 en que realizado un concurso aparece en el décimo puesto el palomar Ñacurutú de Norberto J. Cánepa, socio de Boca Juniors en ese tiempo.
También la integraban apellidos conocidos del barrio como Delfino y Ferro. La sociedad además, estaba aliada a la Federación Colombó¿la Argentina, y tenía sede en Lamadrid 723.
Eventualmente las referencias a las palomas y sus cultores van desapareciendo… Así pues, en medio del olvido, quedó el palomar de Boca
NOTA DE Javier Vaca obtenida en la página: Link al Libro